Si uno sigue las noticias y debates en los Estados Unidos y Europa, verá que el tema de los migrantes, y las políticas que al respecto se implementan en esos países, ocupan un rol central en las campañas electorales presidenciales. El ejemplo reciente más visible es Donald Trump y sus propuestas abiertamente xenófobas, racistas e intolerantes contra la población latina y musulmana, entre otros grupos sociales, que ha recibido un importante respaldo en las filas del partido republicano, donde se encuentra enfrentado a otro candidato, Ted Cruz, de origen cubano y tan extremo como Trump en el tema (en los demócratas, empezando por Obama, hay matices más diferenciados). Similares planteos y discusiones se suscitan en la vieja Europa, Canadá, Australia y Japón; porque la problemática de los miles y millones de inmigrantes y refugiados es un asunto que viene creciendo en los últimos años, producto de las enormes desigualdades económicas y conflictos sociales en el mundo, lo que se ha traducido en graves crisis humanitarias en el Mediterráneo y la frontera mexicano norteamericana.

En varios países de la región también se ha presentado el debate y se han multiplicado planteamientos a favor y en contra, en especial quienes tienen una importante presencia de inmigrantes en sus países (Argentina, Chile, Uruguay, República Dominicana, Venezuela) o con muchos emigrantes nacionales en el extranjero (México, Colombia, Ecuador, El Salvador). Pero uno de los países donde casi ni se habla de ello en tiempo de elecciones es el Perú. Se podría decir que es un tema que no trae muchos votos ni genera gran impacto mediático, obviando que más de tres millones de peruanos viven actualmente fuera de nuestro territorio, y que si un país quiere insertarse en la comunidad internacional, tiene que brindar un trato similar a los extranjeros residentes en el país que lo que se exige para los peruanos en el exterior.

El gobierno de Humala no tuvo mayores propuestas sobre el tema migratorio en su plan de gobierno del 2011, más allá de plantear algunos lineamientos y recomendaciones para los peruanos en el exterior. Pero una vez en el cargo le dio autonomía y mayor poder a la dirección migratoria del Ministerio del Interior, convirtiéndola en superintendencia, y encargándosela a un allegado, que lejos de terminar con las taras habituales de la dependencia, burocratismo y corrupción, le agregaron abusos y persecución a los extranjeros residentes en el país valiéndose de una ley obsoleta y sin reglamentar, como si el gobierno quisiera dejar establecido la xenofobia como bandera de su devaluado nacionalismo. Ello se hizo más crítico en la gestión de Urresti como ministro, donde se sucedieron las amenazas, dispositivos legales, campañas de prensa y expulsiones a extranjeros de manera inusitada, lo que fue alertado por parlamentarios, medios de comunicación y Defensoría del Pueblo, llegando las quejas hasta las Naciones Unidas, cuando en abril del 2015 el Comité de Protección de los Derechos de todos los Trabajadores Migratorios y de sus Familiares hizo un llamado de atención a las autoridades nacionales sobre su accionar en este campo. Al final el gobierno de vio obligado a tomar otro rumbo, con cambios significativos en la Superintendencia Nacional de Migraciones y sus procedimientos, y la dación de una nueva Ley de Migración, a 24 años de la anterior, atendiendo los estándares humanos en la materia nivel mundial, en especial con los familiares de peruanos residentes en el país. Esa Ley, Decreto Legislativo 1236, espera todavía ser reglamentado, así como la aplicación de la amnistía establecida en la propia norma.

Es cierto que producto de estas políticas poco favorables hacia los extranjeros, el Perú es uno de los países en la región que tiene la cifra más baja de foráneos residentes (no turistas) a pesar que en los últimos años la cifra se incrementó; pero también es uno de los que tiene mayor cantidad de compatriotas fuera del país, con casi uno por cada diez del total de nuestra población, según datos del propio Ministerio de Relaciones Exteriores.

Y a todo esto ¿qué dicen los diecinueve partidos políticos en disputa por el sillón presidencial en el 2016? ¿Qué proponen en sus planes de gobierno sobre el tema migratorio? En la gran mayoría de los casos, nada de nada, como si el asunto no existiera, o no valiera la pena abordarlo (ni siquiera para los compatriotas fuera). Tal es el caso de Alianza para el Progreso, Alianza Popular (APRA y PPC), Acción Popular, Fuerza Popular, Orden, Partido Nacionalista, Partido Humanista, Perú Libertario, Perú Nación, Peruanos por el Kambio, Progreso y Obras, Progresando Perú, Siempre Unidos, Solidaridad Nacional y Todos por el Perú.

Los que sí tienen algunas propuestas en relación a los migrantes, sobre todo en referencia a los peruanos en el exterior, son Democracia Directa y Perú Patria Segura; en especial en lo que concierne a la creación del distrito electoral para los peruanos en el exterior, y la defensa de sus derechos, incluyendo la posibilidad de poder tramitar otras nacionalidades de acuerdo a lo dispuesto en los países de acogida. Las propuestas más desarrolladas sobre el tema están en Perú Posible y Frente Amplio, también enfocadas en los peruanos en el exterior, para lo cual proponen los primeros la creación de un Viceministerio de Peruanos en el Exterior, y los otros de un Ministerio de la Movilidad Humana “para la defensa de los peruanos en el exterior y su retorno voluntario.” Pero ninguno hace mención directa a la situación de los extranjeros residentes en el país y la política migratoria; aunque cabe hacer la salvedad que la gente del FA ha manifestado de manera verbal que bajo este viceministerio estaría también toda la problemática migratoria, que dejaría de depender del sector Interior para adscribirse a Relaciones Exteriores (lo que sería un importante avance).

Eso es, en resumen, el pobrísimo panorama del tema migratorio en la campaña electoral del Perú 2016, muy poco para los de afuera y nada para los de adentro. Triste realidad de un país que quiere insertarse internacionalmente y ser socio de los países ricos, con los modales y taras de los más pobres. En fin, la “Marca Perú”.